La lectura de novelas es una propuesta que plantea nuevos desafíos al lector. En principio, la extensión mayor de este género supone mantener el interés por un tiempo prolongado e interrumpir la lectura para retomarla en otro momento sin perder el hilo argumental. Personajes principales y secundarios se entrecruzan y exigen del lector un complejo y permanente juego de interpretación sobre sus pensamientos e intenciones –no dichas pero inconstruibles, a veces, a través de pistas casi inadvertidas–; son personajes que el narrador puede presentar, gracias a la extensión de la obra, en un lento y sutil proceso de transformación a lo largo del relato; el lector puede, por momentos, «ponerse de su lado» y en otros descubrirse a sí mismo en franco disgusto con sus acciones o sus parlamentos, puede encontrar cómo los hechos que protagoniza coinciden o no con sus dichos... Mantener esta situación de lectura compartida permite que los alumnos, progresivamente, se apropien de una modalidad de lectura que se acelera o se lentifica, que a veces saltea pasajes para averiguar rápidamente el desenlace de un episodio, pero que luego obliga a volver sobre lo omitido porque contiene un detalle que da sentido a lo siguiente; el lector, por momentos queda atrapado en la historia descubre que a la vuelta de página se reencuentra involucrado realmente en medio de la escena de ficción.